Brainrot II
La calle está vacía. Son las seis de la tarde. El sol está más bajo de lo normal.
Bajan dos oficiales del patrullero. Policía de Chubut.
Van a comprar puchos.
Antes de entrar al kiosco observan una especie de desastre.
Ambos sacan su arma reglamentaria.
La oficial Dorrego se queda cuidando la entrada. Fernández entra, examina el espacio. La luz fluorescente titila como si estuviese pidiendo ayuda en código morse.
Brainrot I
Un hombre entra en un kiosco 24 horas buscando una gaseosa fría.
Saluda.
El kiosquero no responde.
El hombre ignora que lo ignoraron.
Abre la heladera y busca una de esas bebidas envueltas en aluminio helado.
Y ahí lo ve: estante nuevo, bebidas nuevas, colores distintos de lo que permite la ANMAT o la sanidad pública. Los diseños, algunos holográficos, otros tornasol, texturadas como anfibio enojado. Una latita hasta late como un corazón lento.
Los Ojos Del Tigre
En lugares remotos de Tailandia la gente anda a canoa en ríos angostos encerrados por vegetación espesa.
Y entre la maleza ancha se ocultan depredadores enormes.
Máquinas de matar perfectas.
Doscientos kilos de músculo y cartílago y huesos densos como la piedra y fuertes como los robles.
Colmillos de acero y una mirada de fuego.
Y la gente tiene que llegar a la ciudad a comprar provisiones y las carga en las canoas finitas que se mueven lentamente por el agua calma remando con remos largos que no tocan el fondo.